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Ciencia Hipocrática

Los Cementerios: Espejo de los “políticos vivos”

“Que cerca sentimos algunos que están muertos; y que muertos nos parecen otros que aún viven” Wolf Biermann

Hace unos días tuvimos que asistir al entierro de un pariente en otra ciudad. Misma que mostraba un descuido tal de su Campo-Santo, que raya no solo en la falta de dolor, sino el un reflejo de la falta deshumanización y cristianismo hasta en los últimos momentos de nuestro paso por la tierra. Esto contrasta con la definición deCEMENTERIO”, del latín coemeterium y éste del griego koimeterion, dormitorio, lugar de reposo.

Estos lugares sagrados, que han llegado hasta nosotros, no sirven tan solo para el estudio de la muerte sino también para el de la vida, ya que suponen la expresión de un momento histórico, recordemos las pirámides de Egipto, las catacumbas, los sarcófagos, las capillas funerarias o los cementerios contemporáneos. Algunos autores los definen como huellas del paso hacia la muerte.

Es conocido que hasta al morir o un entierro es notable la marcada diferencia de la clase social. Ya sea en la forma como se efectúa la ceremonia, el lugar, y hasta el medio de transporte que se utiliza hasta llegar al sitio final. Esto tiene una connotación de origen religioso, económico, racial, político y cultural. Muestra de ello, es que en nuestra ciudad de Santiago, hubo dos cementerios, uno para los cristianos católicos y otro para otras religiones, en el de la 30 de marzo, por eso se nota la división de derecha e izquierda en su entrada.

No pretendemos en este artículo la discusión arquitectónica, ni la ubicación de los cementerios.

Lo que queremos denunciar es, que los mismos son un reflejo de la desvergüenza, irrespeto y el desorden que se observan en todo el territorio nacional por las cosas más triviales hasta por las de más alta complejidad.

Estos son un espejo de la actuación de los “vivos”, donde la responsabilidad de su cuidado, la limpieza, y la seguridad debe ser sostenida por los ayuntamientos, cosa esta que ha sido olvidada como conducta de irresponsabilidad de los que han tenido bajo sus hombros dichos mandatos en las diferentes comunidades.

Defendemos a nuestros muertos, ya que nos hemos olvidado de que todos pasaremos por esa etapa tarde o temprano. No importa edad, estatus socio económico ni social.

Si no aprendemos a respetar el derecho de los que no pueden hablar, nos quedaremos mudos también de todas aquellas cosas, que nos conciernen de una u otra forma. Por eso definitivamente el cuidado de los cementerios es el reflejo de la actuación de los “políticos vivos”


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